Claves del éxito
La clave del éxito de estas entidades radica en su capacidad de aunar los valores sociales de participación, responsabilidad y solidaridad con los de rentabilidad y eficacia empresarial, inherentes a cualquier empresa. De hecho, muchas de las empresas que conforman el Tercer Sector sirven de referencia a importantes grupos empresariales, por su metodología de gestión y por sus resultados.: las entidades que conforman el Tercer Sector representan una oportunidad excepcional para dar empleo a los colectivos más desfavorecidos.
En contraste con los promedios nacionales de otros sectores, en la Economía Social la estabilidad del empleo remunerado está muy por encima de los valores medios de mercado, el empleo femenino es mayoritario y también lo es el empleo de personas menores de 25 años. Hay una alta proporción de trabajadores de muy alto nivel formativo y es uno de los instrumentos más destacados a la hora de dar oportunidades laborales a las personas con discapacidad, entre otros colectivos en riesgo de exclusión social.
Un entramado de entidades que necesitan conseguir un mayor reconocimiento institucional que le otorgue la interlocución y representatividad que merece en base a su peso real en la economía, además del apoyo de la investigación y la docencia universitaria que le corresponde.
En definitiva, el Tercer Sector se ha apuntado como una posición estratégica para hacer factible el tránsito a un nuevo modelo de Sociedad de Bienestar, como una vía para reconciliar la economía con la sociedad.
Corresponsabilidad social
Y precisamente fruto de esta conciliación entre economía y sociedad, también han irrumpido en nuestros días nuevas tendencias que, bajo el nombre de políticas de buen gobierno y de responsabilidad corporativa, están dando un mayor protagonismo estratégico a las políticas de acción social.
Por primera vez, estamos asistiendo a un cambio de chip por parte del empresario/a acerca de los principios de gestión que realmente aportan valor añadido a su negocio. Interés colectivo, solidaridad, pluralidad y responsabilidad son ahora valores cotizados que se suman al valor de mercado.
La sociedad está cambiando y la empresa trata de adaptarse al ritmo que lo hace su entorno. Las empresas más cotizadas ya no son aquellas que más dividendos otorgan, sino aquellas que mejor visión de futuro aportan y, qué duda cabe, que el mayor valor es aquel que se proyecta a la sociedad encaminándola hacia un mundo mejor.
Junto con las instituciones públicas y las entidades de la economía social, la empresa privada también está legitimada para asumir y sacar partido de este renovado protagonismo social pero ha de
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