El voluntariado se hace mayor
Fecha: 04.12.2012 | Fuente: www.diariovasco.com
Nagusilan cumple 10 años con la vista puesta en renovar su nómina de 96 voluntarios. La asociación de voluntariado social de mayores llegó a Arrasate en 2002
Foto: Kepa Oliden  
Kepa Oliden. "Si por algún motivo dejo de acudir uno o dos días, enseguida me preguntan a ver dónde me había metido". Javier Heriz, Javi para los amigos, es uno de los voluntarios más activos de Nagusilan en el Alto Deba. Desde hace siete años dedica todas las mañanas, sábados y domingos incluidos, a sacar a pasear a tres ancianos recluidos en sus sillas de ruedas.

Leonor (Toro, 1935) acude cada mañana a la residencia de ancianos Iturbide y «agarro a cualquiera que vaya a misa, en silla o del brazo, y le acompaño hasta la capilla y después de vuelta hasta su habitación».

Rosa Bergaretxe (Arrasate, 1937) invierte muchas tardes haciendo compañía -bien de tertulia o bien jugando a cartas- a los residentes en Iturbide y en Aretxabaleta (GSR). Alterna su tiempo entre ambas instituciones, en las que además tiene un hermano y una hermana respectivamente. Pero esta circunstancia familiar, puntualizaba Rosa, «nada tiene que ver» con su voluntariado en el seno de Nagusilan.

Javi, Leonor y Rosa son tres de los 44 voluntarios que en la actualidad integran las filas de esta oenegé en Arrasate.

Diez años atrás, cuando Tomás Atxa fundó la asociación local de Nagusilan, su nómina no llegaba a diez miembros. Fueron los pioneros en la comarca de una asociación dedicada a «acompañar, consolar y animar a personas mayores en situaciones de abandono, soledad o vulnerabilidad» que ahora agrupa en su seno a 96 voluntarios distribuidos entre Arrasate (44), Oñati (19), Bergara (16), Aretxabaleta (11) y Eskoriatza (6).

Su actividad conjunta suma hoy alrededor de 800 horas mensuales acompañando y animando a ancianos y enfermos de la comarca. Residencias, hospitales, centros de día y domicilios particulares son visitados regularmente por estos voluntarios que se esfuerzan por hacer más llevadera la vida de las personas mayores que viven solas o tienen problemas de movilidad. Estos voluntarios son prejubilados, jubilados, pensionistas y amas de casa que comparten un interés común por ayudar al prójimo al tiempo que practican lo que se viene en llamar un "envejecimiento activo".

Principios morales o convicciones religiosas, abundante tiempo libre y una aceptable condición física mueven a estos voluntarios a embarcarse en Nagusilan.

Jubilado a causa de una invalidez en la vista, el mondragonés Javi Heriz goza a sus 63 años de una envidiable condición física. Las dos horas de dedicación semanal que Nagusilan pide a sus miembros se le quedan muy cortas. Él dedica de 80 a 100 horas de lunes a domingo a recorrer los bidegorris del Alto Deba empujando la silla del anciano de turno. Sus caminatas son de antología y la gratitud que se ha ganado entre sus paseados, imperecedera. Hasta tal punto que el día que por algún motivo falla a la cita diaria «enseguida me preguntan a ver dónde me había metido».

Javi Heriz comenzó a involucrarse en Nagusilan «hace ocho años». Comenzó por acudir los viernes a la tarde hacer compañía a los residentes en Iturbide durante la partida de bingo. No tardó en hacerse popular, sobre todo cuando empezó a llevar bizcochos, patatas y aceitunas para compartir.

Tomás Atxa, alma mater de la asociación, reparó pronto en las buenas facultades físicas de Heriz y le propuso dedicarse a pasear a ancianos en silla de ruedas. En los siete años que lleva realizando este cometido, Heriz ha recorrido incontables kilómetros, ha descubierto una tarea «tremendamente gratificante» y asegura que duerme como un niño gracias a esa combinación de ejercicio físico y buena conciencia por ayudar a quien más lo necesita.

Dos de los hombres a quienes saca a pasear diariamente son residentes en Iturbide que apenas reciben visitas familiares. Javi Heriz se ocupa de mitigar su soledad y su inmovilidad con largos paseos y un rato de inmersión en la vida cotidiana. «Les llevó conmigo al mercado, a hacer compras, y lo que más aprecian es recuperar esa relación humana que se deriva de cruzarse y saludarse con amigos y conocidos, en definitiva verse reconocido y recordado» recalcaba Heriz.

Estas salidas son tan gratificantes para el que va en la silla como para quien la empuja. Javi Heriz destacaba la satisfacción íntima que le produce propiciar a esos ratos de felicidad ajena. «Lo más importante es tener voluntad; que haya menos egoísmo, materialismo e individualismo» rogaba.

En los tiempos de crisis que corren la gente es «más consciente de la necesidad de ayuda mutua» señalaba Tomás Otxoa. Un cambio de signo a favor de la solidaridad y de la fraternidad que llega tras unos años de opulencia en que el «voluntariado social acusó un importante declive» explicaba el fundador de Nagusilan en Arrasate.

Balance «muy positivo»

Tras diez años de actividad, y un balance «muy positivo», Atxa apuntaba que la necesidad de incorporar nuevos voluntarios no cesa.

El relevo interno en la propia asociación y el aumento de la población de personas mayores requiere de más voluntarios para atenderlos. «Es muy bonito cumplir 100 años, y ojalá que cada vez llegue más gente, pero las necesidades de atención y cuidados derivados de problemas de soledad, inmovilidad... también se incrementarán de igual forma». Por eso es tan importante la labor de Nagusilan, cuya actividad sufragan los ayuntamientos de la comarca y la oficina de La Caixa en Arrasate. La entidad tiene su sede social en los locales municipales sitos en Arrasate Pasealekua, 3 bajo, teléfono 943 250990 y e-mail nagusilanarrasate@hotmail.com.