El corazón de las empresas
Fecha: 07.09.2009 | Fuente: diariovasco.com
Cada vez más compañías promueven el voluntariado entre sus trabajadores, un compromiso que llega a rincones como Manchay
Fran, junto a una familia limeña en 2006. Fran, en una fiesta con los vecinos de Manchay.  
DV. Fue en Manchay, una caótica barriada de 40.000 personas a las afueras de Lima, donde Fran Lozano descubrió el verdadero corazón de su empresa. Ocurrió en octubre de 2006, en un colegio que atendía a niños con deficiencias, en mitad de un paisaje árido, encajonado entre casetas de madera y adobe, apenas cuatro calles asfaltadas, sin luz eléctrica ni agua corriente y toda las carencias imaginables. Fran, que trabaja en el departamento de compras del grupo Eroski, cuenta que «fue todo un puntazo» la oportunidad que le brindaron sus jefes para desplazarse hasta Perú durante tres semanas de sus vacaciones de verano y colaborar con la oenegé Federación Niños del Mundo. «No todas las empresas gastan su dinero, y mucho menos su tiempo, en coordinar este tipo de proyectos», reconoce este gallego de 37 años que reside en Eibar desde hace siete

Son todavía una minoría las compañías que desarrollan políticas de acción social, pero algo empieza a moverse en las tripas del mundo empresarial, más allá de los ceros que pintan sus cuentas a final de año. Como respuesta a la actual metamorfosis económica, resurge «con renovada fuerza» el paradigma de la responsabilidad social corporativa, el conjunto de prácticas, estrategias y sistemas de gestión orientados a la labor social, al apoyo a la comunidad, asegura Carlos Vidal-Quadras, responsable del programa de voluntariado de la Obra Social La Caixa, una de las primeras firmas en España en promover esta política entre sus empleados en el año 2000. «Hay que replantearse el papel que juega la empresa en la sociedad del siglo XXI. El criterio último del éxito empresarial es crear proyectos que contribuyan a una nueva sociedad», se dice en la Guía para promover el voluntariado desde la empresa, que la entidad editó en 2006, y que hoy ya han recibido 20.000 firmas de toda España

Es en ese contexto de cambio donde emerge el voluntariado empresarial. En La Caixa pueden presumir de estrategia: 2.800 empleados (el 10% de la plantilla), familiares y jubilados de la compañía se han involucrado en los proyectos solidarios que promueven a través de acuerdos con ONG locales. La red de voluntarios la componen 45 asociaciones repartidas por todas las comunidades autónomas. Funcionan de forma independiente, bajo el paraguas económico de la Obra Social: son los voluntarios quienes deciden qué servicios ofrecer en sus horas de tiempo libre, desde clases de informática hasta organizar campeonatos de fútbol en barrios desfavorecidos, o atender a personas sin hogar y apoyar la integración de los inmigrantes. En Euskadi, por ejemplo, visitan las ciberaulas instaladas en los hospitales, unos espacios donde los chavales ingresados pueden utilizar internet, jugar con el ordenador o relacionarse a través de la red. «Intentamos ponérselo fácil a aquellos trabajadores con inquietudes solidarias. Les ofrecemos financiación, les asesoramos y contactamos con las ONG», apostilla Vidal-Quadras, quien, cuando su agenda se lo permite, echa un cable a una entidad social en temas administrativos.

Récord de peticione

En Eroski, otra de las empresas implicadas en el voluntariado, contactaron hace cuatro años con la oenegé Federación Niños del Mundo para poner en marcha el programa solidario, que «ha calado entre los empleados», afirma Begoña Larrañaga, responsable del área de Acción Social. Este año se ha batido récord con más de doscientas solicitudes para participar en alguno de los dos proyectos en Latinoamérica, el de Manchay en Perú y un segundo en el Altiplano boliviano, aunque por cuestiones de organización sólo podrán acceder una quincena de empleados, incluidos tres oftalmólogos de la firma. También colaborarán otros ochenta empleados en tareas medioambientales, a través de programas de recuperación en cinco parques nacionales: Doñana, las Tablas de Daimiel, el Delta del Ebro, las marismas de Santoña y el Alto Tajo de Guadalajara. «Queremos aprovechar el conocimiento de nuestros empleados para profesionalizar más la ayuda», precisa Larrañaga

Fran tendrá que ceder este año su plaza para que otro compañero pueda vivir la experiencia en Manchay, pero ha conseguido reunir el dinero suficiente para volver por su cuenta en enero. «Cuando me apunté lo hice porque siempre había querido involucrarme en algo. Eroski me dio la oportunidad y la aproveché. En Perú me enseñaron a recuperar los valores que aquí hemos perdido. Desde luego que recibí mucho más de lo que yo pude dar. El choque fue tan brutal que volví al año siguiente para agradecer todo lo que me habían aportado y ahora quiero regresar para ser testigo de lo que se está haciendo con toda la ayuda»

A Fran, ese gusanillo del que siempre hablan los voluntarios, le «picó en serio». Tanto que cuando regresó de su primera estancia en Perú organizó una tienda solidaria con productos de artesanía que se había traído en el equipaje y con la que consiguió reunir unos 5.000 euros. No contento con ese botín, enganchó a sus amigos para crear un sistema de becas con el que el que costear la educación de una veintena de chavales de Manchay. Cada uno de los socios paga 15 euros al mes, que son enviados hasta Perú. «Tener allí una escuela para niños discapacitados es todo un lujo, aunque las condiciones no sean las mejores. Lo que más necesitan son profesores, porque de educación especial hay muy pocos y los que hay abandonan Manchay para ir a lugares mejores», cuenta Fran, que anima a las empresas a sumarse a este tipo de actividades. «Todas deberían hacer algo así, deberían estar obligadas a destinar parte de sus beneficios a obras sociales», reivindica

Para involucrarse no hace falta ser una multinacional o una gran compañía. «No es cuestión de tamaño, sino de voluntad», confirma Vidal-Quadras, de La Caixa. «No hacen falta grandes presupuestos, en muchos casos no es cuestión de dinero, sólo de organización y de motivación. Nuestros activos más preciados son las personas, y hay que aprovecharlas». El voluntariado empresarial, expresa con rotundidad, es «una excelente opción estratégica», que beneficia a la empresa, a sus empleados y a las entidades con las que colaboran, logrando un «vínculo muy fuerte» que perdura a largo plazo. URLs relacionadas