Quince días inolvidables en perfecta compañía
Fecha: 23.07.2011 | Fuente: diarioinformacion.com
Campo de Trabajo de Voluntariado Intergeneracional. Durante una quincena, los mayores de la residencia La Florida (Alicante) y 21 voluntarios han disfrutado de su mutua compañía y han demostrado que la barrera de la edad se rompe con una sonrisa
 
M.SAMPER Matilde, a sus 87 años, es una mujer fuerte, cariñosa y llena de vitalidad. Su vida personal siempre transcurrió entre aguas turbulentas, pero ella siguió adelante. Su mayor satisfacción son su hijo y sus dos nietos, y se nota, porque se le llena la boca de orgullo cuando habla de ellos. Para ella esta quincena ha sido una experiencia inolvidable y siente a los voluntarios que han disfrutado de su compañía como si fueran sus propios hijos.

El Campo de Trabajo de Voluntariado Intergeneracional hace posible que mayores y jóvenes convivan y se enriquezcan mutuamente. Durante quince días, 35 horas a la semana, un grupo de jóvenes voluntarios de todas partes de España se encargan de dinamizar la actividad diaria de los mayores que residen en La Florida. En concreto, se trata de 18 voluntarios, dos monitores y un coordinador.

Entre las actividades más aceptadas por los ancianos están los juegos organizados, los bailes y las excursiones a la playa. Aunque, como dice Matilde, "lo importante es la compañía". Y eso les basta, porque los voluntarios se vuelcan en ellos y se empapan de su experiencia y sabiduría, mientras que los mayores encuentran un motivo más para sonreír y contagiarse de vitalidad. Es tanta la satisfacción de estos jóvenes que una de ellos, Lenka, decidió viajar desde la República Checa hasta España para vivir la experiencia. Otros, como Juanma, se rinden a la nostalgia y repiten un año más, sólo que esta vez él lo hace como coordinador. "Es un placer disfrutar de este tiempo con ellos", comentó. Las atenciones y las muestras de cariño entre ancianos y voluntarios demostraron que para romper barreras la sonrisa es un serrucho.

Algunos de ellos padecen Alzheimer, otros apenas pueden caminar dos pasos seguidos, y alguno ha tenido que aprender a vivir sin ver. Sin embargo, todos ellos se mostraron radiantes y desbordaban ganas de vivir. Lo difícil es la despedida y, por desgracia, ayer llegó el momento de decir "hasta pronto". Aunque todo tenga su fin, el epílogo es infinitamente mejor cuando las sonrisas son sinceras y las lágrimas de felicidad.

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