20.000 guipuzcoanos participan como voluntarios en entidades sin ánimo de lucro
Fecha: 01.07.2008 | Fuente: iariovasco.com
Las organizaciones se enfrentan al reto del relevo generacional del voluntariado más comprometido, que trabaja «durante todo el año». La labor de las ONGD tiende a profesionalizarse paulatinamente.
Un grupo de voluntarios con enfermos en la peregrinación a Lourdes. /LOBO ALTUNA  
Unos dan parte de su tiempo haciendo más amena la soledad de los ancianos, algunos colaboran en alguna entidad deportiva de forma altruista y hay quien no duda en viajar a otro continente y ponerse manos a la obra sobre el terreno, en un proyecto de ayuda al desarrollo. Otros trabajan como hormiguitas los 365 días del año.

Piden subvenciones, colocan carteles, movilizan al resto y no faltan a ninguna reunión ni cuando están enfermos. Si las entidades sin ánimo de lucro de Gipuzkoa, sean de ayuda al desarrollo o de otro ámbito social, requieren siempre para su funcionamiento de la colaboración desinteresada de los ciudadanos, igual de necesario es el «relevo generacional» de los «voluntarios más comprometidos».

Alrededor de 20.000 guipuzcoanos realizan algún tipo de labor de voluntariado, según los datos que maneja Gizalde, el servicio impulsado por la Diputación de Gipuzkoa, Caja Laboral y Hezkide Eskola que se ocupa de relacionar entidades sociales con personas que se interesan por este tipo de colaboración altruista (desde monitores de tiempo libre, cooperantes, voluntarios de organizaciones deportivas, personas involucradas en parroquias...).

Muchos de estos voluntarios trabajan en el centenar de organizaciones para el desarrollo (ONGD) que se reparten por todo el territorio. Según recuerda Silvia Carballo, responsable de la secretaría técnica de la delegación en Gipuzkoa de la Coordinadora de ONGD de Euskadi, «hay voluntarios que se acercan una vez al año y otros que tienen un compromiso más estable». En su opinión, «hace falta un relevo generacional» de ese perfil de voluntario que «lleva mucho tiempo en la ONGD y realiza una labor impresionante».

Según cuenta, en la coordinadora de ONGD estos días reciben «muchas peticiones» de jóvenes que quieren irse de cooperante al terreno, «algo que es muy atractivo y exótico. Pero para lo que es el trabajo aquí, el duro, el del día a día, de pegar carteles, de organizar charlas y sensibilizar a la población hay menos gente porque, quizás, no es tan agradecido. Hay quien lleva mil años haciéndolo y a la que habría que hacerle un monumento».

Ander Larrea, técnico de Gizalde, recibe cada día la llamada y la visita de guipuzcoanos interesados en hacerse voluntarios, a quienes deriva a una entidad sin ánimo de lucro. En los diez años que lleva funcionando Gizalde, Larrea también ha notado un cambio en el «compromiso» de los nuevos. «Antes el voluntariado era más militante, más comprometido por una causa o por unos ideales. Ahora, en cambio, se entiende más como una forma de pasar el tiempo o relacionarse con la gente».

En su trato con las entidades sociales, a menudo ha recibido la queja de «voluntarios que dicen que se van haciendo mayores y que no hay gente dispuesta a coger las riendas de la organización».
Según los datos que maneja Gizalde, el perfil del voluntario guipuzcoano es sobre todo mujer (el 65%) y, hasta hace poco, jóvenes de entre 20 y 30 años. «Ahora la edad ha aumentado. Junto a los jovénes estudiantes, hay personas mayores, jubilados, que se interesan un poco más. El margen de edad de 35 a 55 años, por el trabajo y los hijos, tiene más dificultades para compaginar el voluntariado con las obligaciones que tienen». Larrea asegura que a los jubilados «les tira más colaborar en la ayuda a personas mayores». Los jóvenes se decantan más «por la cooperación al desarrollo».

En este campo, en el de las ONGD, el perfil del voluntario es muy similar. Hay más mujeres que hombres. Eso sí, en una «tendencia hacia la profesionalización» de las entidades, «curiosamente los asalariados de las ONGD son más hombres que mujeres», afirma Silvia Carballo.

A pesar de que el trabajo de las entidades de cooperación al desarrollo se profesionaliza paulatinamente, lo cierto es que Gipuzkoa «se mantiene a un nivel de voluntariado mayor que en Vizcaya y Álava». También, a diferencia del resto de territorios vascos, donde las entidades se concentran en las capitales, las ONGD de Gipuzkoa se reparten por todo el territorio. La mayoría son entidades pequeñas que funcionan sólo con voluntariado. Otras tienen un trabajador y las más grandes tienen cinco empleados.

En cuanto a la financiación, la mayoría mantiene una «excesiva dependencia de las ayudas públicas». Las ONGD se esfuerzan en conseguir fondos propios vía socios, rifas, venta de productos de comercio justo. «Poco a poco hay quien aplica técnicas de marketing, aunque no todas las entidades lo ven bien», afirma Carballo.
Sea como fuere, la transparencia de las ONGD guipuzcona es una seña de identidad. «La financiación pública está muy controlada y prácticamente todas las entidades realizan auditorías anuales y publican sus cuentas».

El trabajo de las ONGD se centra en la cooperación al desarrollo -fundamentalmente en Centro América y América Latina-, aunque en los últimos tiempos está creciendo el peso de la labor de «sensibilización de la ciudadanía de aquí».

«Hacen falta voluntarios»

Tanto desde Gizalde como desde la Coordinadora de ONGD recuerdan los guipuzcoanos que «la mayoría de entidades que tienen programas con voluntariado -deporte, sociales, familia, discapacitados, inmigración, desarrollo- están necesitados de gente».
Carballo, de la coordinadora de ONGD, pide a los guipuzcoanos una implicación de «más allá de hacerse socio y dar un dinerito al mes. Intentamos que la gente participe y se implique».

jmvelasco
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