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Cameron, ayer en un coloquio sobre su plan de voluntariado.N. Wilkinson / efe | |
Una iniciativa política inteligente o un truco para ocultar el impacto del recorte del gasto público.
El veredicto aún no está claro, pero de entrada David Cameron ha
conseguido responder a los deseos de muchos británicos con un proyecto
de nombre tan ambicioso como ambiguo. Su nombre es The Big Society (La
Gran Sociedad) y el objetivo es conceder más poder a los ciudadanos en
la gestión de los servicios públicos y fomentar el voluntariado. El
primer ministro lo presentó ayer en un discurso en Liverpool repleto de
retórica triunfalista: "La Gran Sociedad busca la liberación. Es la
mayor y más dramática redistribución de poder desde las élites de
Whitehall (la zona de Londres donde están los ministerios) a favor de
los hombres y las mujeres".
El proyecto se pone en marcha de forma experimental en Liverpool,
un barrio de Londres y dos distritos rurales. Las primeras metas son
modestas: ampliar el horario de las bibliotecas públicas con ayuda de
voluntarios, mejorar el acceso a la banda ancha en zonas rurales o
apoyar a un grupo de vecinos que quieren mantener abierto el pub local. 300 millones de librasPor
mucha buena voluntad que se ponga, pocas cosas se pueden hacer sin
financiación. El Gobierno destinará hasta 300 millones de libras a estos
y sucesivos programas piloto. El origen del dinero son las cuentas
corrientes inactivas desde hace más de 15 años, que el Estado se puede
incautar gracias a una norma aprobada en tiempos de los laboristas. La realidad es que este fomento del voluntariado coincide con el recorte de centenares de millones de libras en las ayudas públicas a las ONG y organizaciones benéficas.
Los conservadores se preparan para un inevitable deterioro de las
prestaciones de los servicios públicos, que además serán más caros en el
caso del transporte, con el mensaje de que la "burocracia" (el concepto
peyorativo con el que definen al Estado) es la razón de todos los
males. Los laboristas acusan a los tories de denigrar los servicios públicos para
justificar su progresivo recorte y agitar la idea del voluntariado con
la intención de justificar el programa de austeridad más duro desde la
Segunda Guerra Mundial. "Todo esto es para ahorrar dinero", ha dicho
Dave Prentis, líder del sindicato Unison. "El Gobierno se lava las manos
en su responsabilidad sobre los servicios públicos y utiliza a
voluntarios para reducir su coste".
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