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Las principales áreas de acción son la sanidad, la educación y el comercio justo | |
Y es que las organizaciones españolas de ayuda al desarrollo también
tienen sus propios planes y actividades específicas para el verano.
Éstas ponen en marcha proyectos que permiten a los voluntarios conocer
otras culturas y realidades además de tener la oportunidad de poner su
granito de arena. Aunque las organizaciones están en
actividad durante los 365 días del año, es en verano cuando disponen de
más voluntarios para llevar a cabo determinados programas. Durante,
generalmente, tres semanas o un mes, los turistas
solidarios organizados en grupos realizan trabajos de desarrollo. Cada
grupo cuenta con la supervisión de un coordinador de la organización.
Desde rehabilitar edificios en Cuba hasta enseñar matemáticas a niños
saharauis son labores para las que estos turistas deben estar
preparados, siendo la sanitaria la principal área de acción.
Según el último informe realizado por la Coordinadora de ONG para el desarrollo-España, los países sudamericanos Perú, Bolivia y Ecuador
son los principales territorios receptores. De esta forma,
Latinoamérica, junto a África Subsahariana y América central, llega a
aglutinar el 80% del total de fondos invertidos (487 millones de euros
en 2007). Y si seguimos hablando de cifras, de las 33.000 personas que
participan en estas actividades, 25.000 lo hacen como voluntarios. Un
alto porcentaje de ellos, cada vez mayor, son voluntariado a corto
plazo.
Ellas, las más solidarias
En cuanto al perfil de los interesados, cabe destacar el predominio de las mujeres(un
68% ) siendo la figura masculina más representativa en los cargos de
máxima responsabilidad de las organizaciones. Por edad, la mayoría se
encuentra entre los 25 y 45 años. La organización Solidaridad
Internacional explica a LA GACETA que “son principalmente trabajadores
y trabajadoras en activo —más del 85% — que aprovechan sus vacaciones
para dedicarlas al voluntariado”.
Para ello, cada organización diseña diferentes modos de preparación.
Una de las más experimentadas en este campo es Setem. Esta
organización, una vez que ha realizado una entrevista y posterior
selección de los interesados, imparte un curso de formación que consta
de cinco encuentros. Otras como Solidaridad Internacional, ofrecen las
lecciones básicas durante un día. Finalmente, de las miles de personas
que acuden en un principio a las reuniones informativas, alrededor del
15% consigue realizar el viaje. Y es que no disponer del tiempo
establecido para los proyectos, no poder costearse el precio del viaje
—entre 1.000 y 2.000 euros—, no cumplir la edad requerida y la
limitación de número de plazas disponibles son los principales motivos
que impiden a interesados en el tema formar parte de ello.
Tal y como explica la organización Setem, estas actividades
pretenden ser “una ocasión para vivir, entender y compartir las
necesidades e inquietudes que afrontan día a día los hombres y mujeres
de países poco favorecidos”. Javier Montojo, de 20 años, lleva dos
veranos colaborando con una organización no lucrativa. “Es una experiencia muy gratificante”,
asegura este joven madrileño. Para poder costearse el viaje explica que
“durante todo el año mis compañeros y yo hemos vendido tartas y
organizado conciertos”. Tras haber realizado recientemente un viaje
solidario a Faro (Portugal), el joven asegura “quiero repetir el año que viene”.
Otras formas de ayudar
También hay quienes se comprometen con las personas con
discapacidad física y enfermos o ayudan a organizar conciertos
benéficos contra causas como el sida. Jugar con niños y niñas en
ludotecas en Zaragoza o cuidar chimpancés en Girona son otras formas de
ofrecer ayuda. Pero también existen otros modos más intrépidos de
mostrar solidaridad: los Rallies solidarios en Madrid. La idea es
recorrer en coche la ruta Madrid-Mongolia o Madrid-Mali para recaudar fondos mediante patrocinadores y donarlos a ONG.
Además, al llegar al destino el coche se suele donar para que lo puedan
utilizar como ambulancia o, incluso, como coche de policía.
Para los más jóvenes, la reconstrucción de pueblos rurales es una opción. Cuidar la agricultura o la ganadería de una zona abandonada es el objetivo de estos campamentos solidarios dirigidos a menores de 18 años.
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