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El senador Ruperto Long, promotor de la iniciativa legislativa | |
La ley es esperada con expectativa por privados que han dejado de tomar
voluntarios ante una andanada de juicios. Se trata del complemento a
una ley de 2005, que regula el voluntariado en el Estado. El nuevo
proyecto -que la comisión de Población del Senado terminaría de votar
esta semana- faculta al Ejecutivo a exonerar de aportes a los que toman
voluntarios. Y obliga al Ministerio de Trabajo a controlar el
cumplimiento de la ley y registrar a todo aquel que ejerza el
voluntariado por más de dos meses.
Pero también se busca evitar que el voluntariado esconda trabajo en
negro: el proyecto -que luego pasa a Diputados- impide utilizar el
voluntariado como "política general de sustitución" de empleos
formales.
"Hay miles de personas que trabajan en tareas voluntarias en
organizaciones sociales, colegios o iglesias. Y todo eso no está
regulado, por lo que se producen problemas por malos entendidos o
voluntades de entender mal", dijo a El País el senador Ruperto Long,
autor de la iniciativa, que luego fue re-tocada por todos los partidos.
Y explicó: "Quien es voluntario luego puede decir que se habían
comprometido con él a pagarle determinado dinero".
La especulación del senador es confirmada por Eugenia Puglia,
representante de la Asociación Nacional de Organizaciones No
Gubernamentales (Anong): "Al crearse un marco legal para la actividad
pública, se incrementaron los juicios laborales de gente que
supuestamente actuaba como voluntarios o con carácter de buena
voluntad, reclamando indemnizaciones contra organizaciones de la
sociedad civil".
Cuando concurrió a la comisión, Puglia aseguró que -desde las
organizaciones civiles "más pobres" hasta las más grandes-, todas
recibieron juicios "porque no existían contratos que dejaran en claro
que es una actividad ejercida de buena voluntad". Eso llevó a muchas
organizaciones a no tomar más voluntarios hasta que no exista un marco
legal, indicó Puglia.
CONTRATOS. El proyecto fija derechos y obligaciones de los
voluntarios, y obliga a formalizar por escrito un acuerdo de compromiso
de colaboración entre las dos partes. Se trata de un contrato sin
cargo.
Entre otros derechos para los voluntarios, se obliga a las
organizaciones a cubrir con un seguro de accidente laboral a todo
voluntario que se contrate. Se discute aún si eso será en todos los
casos o sólo en los casos donde la persona esté sometida a un riesgo.
El Banco de Seguros instrumentaría una línea con carácter promocional.
Además, la institución debe dar identificaciones que acrediten la
condición de voluntario: "A veces hacen una labor excelente, pero no
les dan reconocimiento por temor a que genere una obligación legal, con
el BPS o el Ministerio de Trabajo".
El Ministerio de Desarrollo Social respalda la ley, pero la
directora de Desarrollo Ciudadano Mariela Mazzotti, llamó la atención
por la facultad otorgada al Ejecutivo para exonerar tributos cuando "la
reforma tributaria ha planteado toda una legislación en torno a las
exoneraciones". Mazzotti reclamó "coherencia" y Long explicó que ese
artículo "deja abierta una puerta" para un mecanismo tributario "de
excepción", que sólo podrá ser decidido por el Ejecutivo de turno.
En tanto, el padre Marcelo Fontona de la Asociación Uruguaya de
Educación Católica (Audec), que reúne a 175 colegios y 120
organizaciones no gubernamentales, opinó que la formalización del
voluntariado "es necesaria". Pero puso límites: "Estas experiencias
nacen de forma voluntaria, con personas que quieren colaborar. La
formalización es posterior. Que ese proceso sea ágil depende del tamaño
de las instituciones y de la fuerza de los vecinos".
Las cifras
No hay estudios certeros, pero sí algunas pistas que cuantifican el
fenómeno. En 1998 una encuesta de Cifra mostró un grado de
involucramiento bajo: siete de cada cien personas trabajaban como
voluntarios. En 2001, una encuesta de Factum duplica la labor: el 14%
de la población realizaba tareas de ese tipo. Un estudio del Instituto
de Comunicación y Desarrollo (ICD) indica que en 1994 había un promedio
de 14 voluntarios por ONG, pero en 2000 el promedio ascendía a 26
voluntarios por ONG. En cambio, en 2007 había 17 voluntarios por
organización.
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