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| Imagen: www.un.org | |
Decía Marcel Proust que el verdadero viaje del descubrimiento no consiste en buscar nuevos territorios sino en tener nuevos ojos y así es como el voluntariado consiste en un viaje a la aventura del encuentro con otra persona, un viaje en el que no hay nada escrito y los actores de ese encuentro son los verdaderos protagonistas. Puede decirse que es un estilo de vida que no está marcado por relaciones de poder, sino por el encuentro entre personas que se palpan y se relacionan de tú a tú, donde se transforman mutuamente.
El cometido del voluntariado pasa por el compromiso con la transformación de un contexto que va más allá del horizonte de la propia familia, de los amigos y de los intereses propios. Se ve impulsado, por diferentes motivaciones que han de quedar fuera de cualquier juicio moral, a abrirse a una comunidad marcada por la vulnerabilidad, la marginación y el dolor. Volviendo a las palabras del escritor francés podríamos preguntarnos: ¿Con qué ojos miro a la persona vulnerable, sea enferma mental, persona mayor, discapacitada...? ¿Cuál es mi mirada? Según sea esa mirada, esa percepción, será mi actitud con la que me sitúo frente a la persona. Esa persona vulnerable, sobre todo, tiene necesidad de sentirse comprendida, saberse acogida incondicionalmente como apuntaba Carl Rogers. El voluntariado está llamado a crear espacios de confianza, a construir entornos relacionales emocionalmente competentes a través de un lenguaje respetuoso, de una escucha activa y de la empatía que se hace cargo de la realidad que se encuentra.
De esta manera podrán surgir, entre nosotros, aquí también en Debagoiena, nuevas miradas, nuevas posibilidades y la transformación será posible. Habremos sido cocreadores de una nueva realidad. Felicidades a todos los voluntarios.
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