Silvia Torralba

El boca-oreja le ha funcionado muy bien a la Fundación Natura para que la gente se anime a participar como voluntario en actividades de recuperación del medio ambiente. Varias veces al año, esta entidad organiza iniciativas que tienen como objetivo recuperar los bosques de la ribera de algún río, mejorar la conservación de los ríos o trabajar en la conservación de un área marina. En las actividades participa gente a título individual, grupos de amigos y también adultos que aprovechan para pasar un día con sus hijos fomentando el respeto a la naturaleza.

Es lo que se llama voluntariado en familia, una práctica poco asentada en España pero que poco a poco, y sobre todo en iniciativas de carácter puntual, va tomando forma en algunas organizaciones.

A las salidas organizadas por la Fundación Natura se apuntan familias con hijos que aprovechan la experiencia “para salir al campo y aprender otros valores” relacionados con el medio ambiente, explica Jordi Recordà, responsable de voluntariado de la entidad. Durante todo el día, los niños y niñas ayudan a los mayores a plantar árboles y limpiar los bosques, y aprenden a identificar la flora y la fauna autóctonas.

“Si vienen muchos niños preparamos actividades específicas para ellos, para que lo puedan aprovechar más, porque a veces vienen niños y niñas de siete u ocho años, o más pequeños”, añade Jordi Recordà.

Además de las salidas abiertas a todo el mundo, la Fundación Natura organiza jornadas parecidas pero dirigidas a las empresas. La idea es que durante una mañana o todo el día los trabajadores participen en actividades de recuperación medioambiental y, en muchas ocasiones, los empleados aprovechan para llevar a sus hijos.

A través del voluntariado corporativo se fomenta también el voluntariado en familia en algunas entidades. Es el caso de YMCA, organización con la que el año pasado varios abogados de un bufete colaboraron en proyectos de apoyo a menores en situación de riesgo en Barcelona y Valencia. En esta última ciudad, los trabajadores y sus hijos acompañaron a un grupo de chicos y chicas al Museo de la Ciencia y pasaron con ellos todo el día.

Con este tipo de voluntariado, los trabajadores “conocen una problemática social determinada y lo que significa” y pueden colaborar, implicando también a sus empresas y a sus hijos, apunta José Luís Rodríguez, portavoz de YMCA.

En algunas entidades como SED, en cambio, es la escuela la que juega un papel de puente entre las organizaciones y las familias voluntarias. Las escuelas con las que colabora esta organización animaron el año pasado a padres y alumnos a participar con el Banco de Alimentos y en un solo día recogieron más de 1.500 kilos de alimentos.

Familias de acogida

El voluntariado en familia más implantado en toda España desde hace años es quizás la acogida en verano de niños y niñas que llegan de zonas en conflicto o con desfavorecidas. Este año, centenares de familias acogen a menores de Chernobil, el Sáhara Occidental y los territorios palestinos.

El objetivo de estas visitas es alejar a los menores de las altas temperaturas durante unas semanas y aprovechar su estancia para que pasen unos días relajados y puedan hacerse una revisión médica completa. Para las familias de acogida, que son las encargadas de cuidar de ellos, la experiencia supone también acercarse a la realidad de estos niños y sus países.

Una iniciativa similar lleva a cabo la organización Meniños, aunque con menores en situación de riesgo que viven en Madrid y de manera continuada durante todo el año. Entre los proyectos de esta entidad destaca el de las “familias paraguas”, en el que familias voluntarias acogen de manera temporal a niños y jóvenes que, de otra manera, estarían en centros de menores.

Viajar en familia conociendo otras culturas

Aunque estrictamente no es voluntariado, otra manera de fomentar en familia valores como la multiculturalidad es participar en viajes solidarios que organizan ONG en verano. Un ejemplo son las Rutes Solidàries de Setem.

Como explican desde la entidad, una ruta solidaria es un viaje itinerante en un país del Sur en el que se convive con familias locales y se conoce la labor de varias organizaciones que trabajan temas relacionados con los derechos humanos y el desarrollo. En las once rutas previstas para este año participan cuatro familias, que viajarán a Burkina Faso, Perú, Brasil y Marruecos.

Un viaje de estas características “ayuda a trabajar la educación en valores y entrar en contacto con otras culturas y realidades” y, durante la estancia con familias locales, para los menores supone conocer a niños y niñas de otros países, señalan desde Setem, que también advierte que la opción de realizar una viaje solidario en familia todavía “no es lo más común” aunque sí “una opción más”.

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