La Solidaridad no es Escasa, es Ignorada
Fecha: 15.07.2004 | Fuente: BID
El voluntariado ha tenido un rol preponderante en la lucha contra la pobreza y las desigualdades. En el 2000, 550 millones de niños fueron inmunizados gracias a la solidaridad de 10 millones de voluntarios. En Estados Unidos el voluntariado aporta 239 billones de dólares por año y en el Perú uno de cada tres ciudadanos realiza alguna actividad voluntaria. Sin embargo, a pesar del gran interés de la sociedad en participar como voluntario, la solidaridad en América Latina no ha tendido gran desarrollo en gran medida debido a la carencia de mecanismos financieros, la falta de orientación que reciben los ciudadanos sobre como incorporarse al voluntariado y la gran dependencia que tienen las organizaciones regionales en organismos internacionales
Allan Wagenberg , coordinador de la Red Universitaria de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo del BID  

Alan Wagenberg*

Las organizaciones de voluntariado dependen de instituciones internacionales y donaciones privadas para su sostenimiento. Estas fuentes de financiamiento son inaccesibles para aquellas organizaciones sin constitución formal y, más aún, para aquellos proyectos que son impulsados por estudiantes. La escasez de recursos para llevar adelante programas impide el crecimiento de estas organizaciones lo cuál ha ocasionado que muchas experiencias con alto potencial no hayan sido continuadas. Por ejemplo, se estima que el 97% de las organizaciones voluntarias en Bolivia no cuentan con infraestructura de trabajo como computadores, teléfonos, fax, escritorios y otros materiales[1].

Adicionalmente, se detecta una escasez en la presencia de las organizaciones y programas de voluntariado en los medios de comunicación. Esto dificulta la incorporación de voluntarios, ya que muchas personas desconocen las opciones disponibles. Según una encuesta realizada en Brasil, el 83%[2] de los brasileros encuentran que el trabajo voluntario es muy importante para el país, sin embargo sólo el 12% de la población realiza algún tipo de acción voluntaria. Otra encuesta brasilera revela que un 54% de los jóvenes de este país serían voluntarios, más no saben por donde comenzar[3]. En Perú, 16% de los entrevistados no realiza trabajo voluntario porque no saben como acercase a el[4]. En contraste, en Estados Unidos nueve de cada diez individuos hacen trabajo voluntario cuando se les solicita[5]. Al mismo tiempo, el voluntariado en América Latina tiene altas tasas de deserción,  llegando a registrar tasas del 60% como es el caso de Brasil.

La dependencia de las organizaciones de voluntariado en los países en vías de desarrollo es evidente. Estudios realizados por la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo del Banco Interamericano de Desarrollo revelan que la falta de autonomía y  dependencia de organizaciones internacionales genera conflictos en la concepción de proyectos, la detección de prioridades locales y el logro de un sostenimiento autogestivo. Por otra parte, los propios voluntarios atribuyen el poder colaborar al desarrollo de sus países como uno de los beneficios obtenidos por su trabajo. Es decir, la solidaridad tiene que iniciarse en el propio país.

 La solidaridad es un componente necesario para la reducción de la pobreza. En América Latina la pobreza alcanza el 44% de la población, lo cuál demuestra lo indispensable que es buscar soluciones innovadoras al desarrollo. Dentro de este esquema, el voluntariado  puede hacer grandes contribuciones como lo ha demostrado en emergencias humanitarias, procesos democráticos, manifestaciones por la paz, entre otros.

 Lamentablemente, la solidaridad en América Latina se encuentra sola y necesita  el apoyo de la región. Los medios de comunicación deberían de informar más sobre la importancia que tiene el voluntariado; el gobierno debería de cuantificar esa contribución y crear incentivos que faciliten la incorporación de voluntarios; las empresas deberían de ofrecer asesoramiento y financiamiento y las universidades deberían de crear oportunidades de voluntariado para sus estudiantes. En fin, el voluntariado sólo podrá contribuir al desarrollo siempre y cuando lo dejemos.

 *Licenciando en Administración de Empresas. Ha sido consultor del Banco Interamericano de Desarrollo y la Organización de los Estados Americanos. Actualmente es coordinador de la Red Universitaria de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo del BID, http://www.iadb.org/etica y editor del boletín Ética y Desarrollo.

 Puede contactar al autor a través del correo electrónico:  wagenbe_alan@hotmail.com

 Documento incluido dentro de la Biblioteca Digital de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Etica y Desarrollo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) -

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[1] Despacho de la Primera Dama de la Nación, Centro Boliviano de Filantropía, Voluntariado en Bolivia, Estado de Situación, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 2001.

[2] Encuesta realizada por Datafolha el 8 de octubre de 2001.

[3] CPM Market Research, 1999.

[4] “ El Trabajo Voluntario en el Perú: Resumen Cuantitativo”, Centro de Investigación de la Universidad del Pacifico, 2001.

[5] “Giving and Volunteering in the United States”, 2001; Independent Sector.

 

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