“La caridad no tiene sentido en el siglo XXI” Entrevista: Alfred Vernis
Fecha: 16.06.2006 | Fuente: americaeconomia.com
Las Organizaciones No Gubernamentales juegan un rol fundamental en el mundo de hoy. Ellas están a la cabeza de millonarias inversiones que se realizan en casos de desastres naturales o guerras, por ejemplo. También son responsables de proyectos sociales que persiguen mejorar la educación, de crear conciencia en la población acerca de la importancia de cuidar el medio ambiente, entre muchos otros elogiables objetivos. Sin embargo, el papel de estas instituciones tiene que ir más allá de hacer el bien. Así lo afirma el profesor del Esade de España, Alfred Vernis, quien dirige el curso de posgrado Liderazgo e Innovación en las Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo. En entrevista exclusiva con la periodista de AméricaEconomía.com, Magdalena Álvarez, el experto hace una dura crítica sobre cómo están operando actualmente las instituciones no lucrativas, donde afirma que las ONG’s deben dejar de lado la caridad y enfocarse en crear valor social.
Alfred Vernis, profesor de ESADE  

-En su libro “Los retos en la gestión de las organizaciones no lucrativas” usted afirma que el rol de las empresas no lucrativas ha cambiado y que va más allá de hacer el bien, ¿cuál es el rol que juegan actualmente las ONG’s en el mundo y hacia dónde tienen que apuntar?

 

En el libro decimos que el rol del “tercer sector”, como se conoce a las ONG’s, históricamente se ha visto limitado a hacer el bien y no mires a quien. Nosotros pensamos que sigue siendo necesario pero se ha visto superado por un rol de ayudar a la sociedad a crear valor social para las diferentes comunidades. Es decir, lograr que las comunidades tengan capacidades propias para generar desarrollo sostenible, que sean capaces de generar capital social, redes para seguir trabajando solas y no tengan que estar siempre dependiendo de las ONG’s o del sector público.

 

Por ejemplo, la Corporación de Ayuda al Niño Quemado (Coaniquem) -que nació en Chile-no hace sólo el bien, porque no sólo ayuda a curar y a acompañar a las familias de los niños quemados de toda América Latina, sino que están creando muchísimo valor social al concienciar a las comunidades sobre la atención que han de tener con el fuego. Están alertando a las empresas del peligro de utilizar elementos altamente combustibles como la madera, por ejemplo.

 

Coaniquem hace el papel de mediador con otras partes de la sociedad, que es el rol que debieran tener las ONG’s. Hace poco estuve en Santiago y vi cómo están mediando con muchos embajadores de América Latina para que ellos ayuden a recaudar fondos.

 

Nosotros desde Esade estamos trabajando con las mejores escuelas de negocios de América Latina, en una red que se llama SEKN (Social Enterprise Knowledge Network), ahí hemos visto que hay ONG’s que han asumido este rol, de mediar en la sociedad, de avanzar y de ir más allá de la caridad.

 

-Usted recién hablaba de un caso exitoso de una ONG, como es Coaniquem. Sin embargo, hay situaciones en que los encargados de administrar las millonarias donaciones que reciben las ONG’s (en casos de desastres naturales, por ejemplo) son extranjeros, generalmente europeos o estadounidenses, que no conocen a fondo las necesidades y cultura del país donde van a invertir ese dinero. ¿Cuál es el camino que se debería tomar para hacer más eficientes esas platas en la creación de proyectos que beneficien a largo plazo a los damnificados?

 

Yo viví en Centroamérica en la época del sandinismo y vi cómo la izquierda progresista europea lanzaba mucho dinero en Nicaragua que luego no sirvió para nada.

 

El modelo de cooperación entre el norte y el sur tiene que cambiar muchísimo. Las ONG’s del norte tienen que fortalecer muchísimo a las ONG’s del sur, acompañarlas para que ellas funcionen solas y darles el protagonismo.

 

He estado trabajando muchísimo con una ONG que tiene este modelo de empoderamiento al sur. Se trata del Servicio Jesuita de Ayuda al Refugiado. Esta institución tiene escolarizados a medio millón de niños en campos de refugiados ubicados en Colombia, República Dominicana y Haití, donde hay muchos problemas de desplazados. ¿Cómo se escolariza a medio millón de niños en campos de refugiados? La respuesta es con la gente local. Lo que hacen es formar a profesores que están en los campos de refugiados. La única forma de que la educación funcione en situaciones de crisis humanitaria, como es cuando hay refugiados, es con la gente local.

 

Generalmente, las agencias del norte vienen, montan sus hospitales y luego de un tiempo se van. Pero los refugiados siguen ahí por 10, 15, 20 años. Entonces hay que trabajar con los médicos locales, con maestros de ahí y si no hay entonces se necesita formarlos. Hay ONG’s que usan este modelo del empoderamiento local donde escuchan a la gente. Creo que en esto del desarrollo ha habido mucho de colonialismo.

 

En un curso que impartimos recientemente abordamos el tema de la colaboración entre empresas y ONG’s. Lo dicté junto a profesores de la Universidad de Los Andes de Colombia, la Universidad de San Andrés de Argentina y con un profesor de Harvard que es argentino. Teníamos 35 representantes de ONG’s españolas, gente que provenía de organizaciones de renombre como Médicos sin Frontera y Ayuda en Acción. Ahí se planteó que el problema es que las ONG’s discuten mucho sobre las filosofías que persiguen. Pero América Latina no tiene tiempo para discutir sobre filosofía. En la ocasión se planteó el caso de dos biólogos locos que se dedican a observar pájaros en la selva amazónica del Perú. Ellos querían ayudar a la comunidad indígena y se les ocurrió hacer un emprendimiento social. Construyeron un hostal, el cual fue hecho con mucho cariño y con respeto a la comunidad.

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