"La transmisión de valores cívicos y solidarios como la honestidad, el respeto, la tolerancia o la aceptación de quien es distinto a lo que somos o a lo que representamos, es una cuestión tan sensible y vital para nuestra convivencia que merece ser atendida con especial esmero y dedicación. Sobre todo en cuanto a lo que se refiere a la educación en edades tempranas. Es en esa etapa  durante la cual los jóvenes adquieren muchos de los rasgos que definirán su personalidad adulta y de la que, a su vez, se desprenderán sus conductas futuras.

De la relación que se produce entre la enseñanza de un valor y su manifestación en un determinado comportamiento se derivan consecuencias de carácter individual y colectivo, en la medida que este proceso no sólo afecta al desarrollo de la personalidad del individuo, sino también a la identidad sociológica del grupo donde convive. En tanto que una comunidad la definen los individuos que la componen, debemos tener presente que los valores que trasmitamos hoy a los jóvenes constituirán las señas de identidad de la sociedad del mañana.

Al mismo tiempo encontramos que las sociedades actuales, impulsadas por  factores como la globalización, el desarrollo tecnológico o la inmigración, se muestran cada vez más abiertas, plurales y democráticas. Pero esta atmósfera intercultural, sobre la que a veces impera una mirada de desafío más que de armonía, ha de estabilizarse haciendo frente a ciertas dificultades. Como las que difunden los medios de comunicación (a veces como meros conductores de valores latentes en la sociedad y otras como inductores de ideales basados en el consumismo y la competencia) que, con frecuencia, muestran situaciones de conflicto social que obstaculizan el desarrollo pacífico de nuestro entorno y la convivencia en condiciones de igualdad.

Los jóvenes, precisamente al encontrarse en un estado de formación y continuo aprendizaje, son muy sensibles a los fenómenos que generan unos modelos o estilos de conducta estereotipados  y, por tanto, se han de cuidar especialmente los valores que se trasmiten desde los distintos órdenes sociales. En especial aquellos que se generan en el entorno familiar y el escolar, pues la familia se considera la primera responsable de las normas, hábitos y actitudes que adoptan los jóvenes, mientras que los centros educativos constituyen su principal espacio de interacción con otras personas y, al mismo tiempo, un núcleo de integración de valores relacionados con el rendimiento académico, el respeto personal y la socialización.

Dos esferas donde lamentablemente se reproducen los casos de violencia doméstica, xenofobia o racismo que, a menudo, vemos y escuchamos o vivimos en primera persona. Situaciones, muchas de ellas, que podrían evitarse si los protagonistas de tan nefastos comportamientos hubieran recibido una adecuada educación en valores cuando eran niños.

En este contexto, los sistemas educativos a veces son percibidos como los principales responsables de que se lleve a cabo la transmisión de valores solidarios y, muy en particular, el profesorado, ya que éste constituye (junto a los padres, madres o tutores) el elemento activador más importante en la enseñanza de normas y valores. Pero frente al ámbito familiar, de carácter más privado, los profesores desarrollan su trabajo en una esfera abierta que suele ser el objeto de la presión social. No en vano, esta responsabilidad debe ser compartida por todos los actores implicados en el proceso educativo, empezando por los propios centros de enseñanza, las universidades y la administración.

Este planteamiento ha llevado a la Fundación de la Solidaridad y el Voluntariado de la Comunidad Valenciana (FSVCV) y a la Universidad de Valencia a organizar el I Congreso Nacional de Educación en Valores. Una iniciativa que, durante tres días, creará un espacio para la capacitación del profesorado en el desarrollo y la aplicación de actividades educativas dirigidas a la formación del alumnado en valores, actitudes y procedimientos.

El fin último no es otro que favorecer el sentido de ciudadanía solidaria entre los más jóvenes y promover una sociedad más justa, tolerante y solidaria. Para conseguir esta tarea, es imprescindible la intervención decidida y decisiva de profesores y profesoras, que en este Congreso tendrán la oportunidad de compartir experiencias y conocimientos con investigadores, estudiantes y personas voluntarias de otras comunidades autónomas, dedicadas a las distintas disciplinas que abarca esta parcela de nuestra realidad.

Este primer Congreso Nacional de Educación en Valores se enmarca en el hilo de la campaña ‘La Solidaridad en el Aula’, promovida por la propia FSVCV con un gran impacto, pues en sus dos primeras ediciones ha conseguido involucrar a más de 3.000 estudiantes de la Comunidad Valenciana, gracias a la colaboración de ONG tan importantes como Cruz Roja Española, la Federación de Centros Juveniles Don Bosco, Movimiento contra la Intolerancia y la Asociación de Amas de Casa y Consumidores-Tyrius.

Un espacio de encuentro y participación con el que la FSVCV y la Universidad de Valencia tratarán de aportar los instrumentos efectivos, teóricos y prácticos, que permitan intervenciones pedagógicas eficaces. En definitiva, un punto de reunión donde los profesionales de la enseñanza puedan compartir su sabiduría, contribuyendo a la construcción de una sociedad más cívica, responsable y solidaria."

Alicia de Miguel

Consellera de Bienestar Social y presidenta de la Fundación de la solidaridad y el Voluntariado de la comunidad Valenciana

Más información: www.solidaridadyvoluntariado.org/congreso ó 901 111 666.

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