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Simón fundó a los 16 años Minga —palabra quechua que significa “unión de una comunidad para... | |
Jane Lampman / CSM
Los ricos y famosos suelen
acaparar los titulares por sus donaciones a organizaciones benéficas.
Pero hay otro grupo de activos filántropos que también está dejando su
huella. La gente joven, desde que se encuentra en el colegio y más
adelante, luchan como nunca por influir de forma directa en el mundo. A
través de internet realizan donaciones a sus proyectos favoritos en el
extranjero y crean sus propias organizaciones para apoyar causas
sociales. Se convierten así en personas magnánimas en los consejos de
las fundaciones para fomentar el cambio en sus países de origen. "Para
la gente joven, involucrarse en proyectos solidarios se ha convertido
en un valor", dice Claire Gaudiani de el Heyman Center for Philanthropy
and Fundraising de la Universidad de Nueva York. "Muchos han visto de
primera mano dónde están las necesidades". Algunos adolescentes
se han concienciado gracias a las actividades de voluntariado. Muchos
han visto a famosos que promueven causas valiosas. Y otros han viajado
con sus familias y han visto los problemas a los que muchos niños se
enfrentan en otros países. Trabajar por el bien común
Katia
Simon, es una adolescente de Newton (Massachussets) de 16 años. Comenta
que haber hecho un largo viaje con su familia a países en desarrollo
cuando estaba en secundaria le abrió los ojos. Y cuando hace dos años
oyó hablar de explotación sexual de los niños en algunos de estos
lugares, supo que tenía que hacer algo. “Oí hablar de un centro de
rehabilitación para niños en Filipinas y hablé con otros amigos de la
posibilidad de recaudar 5.000 dólares con un mercadillo en el jardín”.
“La gente pensaba que era imposible pero conseguimos 6.500 dólares”. Animada
por este éxito, Katie fundó Minga (mingagroup.org). Una organización
creada para informar a otros sobre la lacra de la explotación sexual de
menores y captar fondos para combatirla. Minga es una palabra en
quechua, una lengua nativa de América del Sur, que significa “la unión
de una comunidad para trabajar por el bien común”). Por el momento, la
organización ha recaudado 40.000 dólares. Con ese dinero la
organización ha construido el centro de rehabilitación y tiene en
marcha otros proyectos en Guatemala, Tailandia y Boston. Katie
ha empleado entre 20 y 30 horas a la semana para realizar este trabajo
y está convencida de que vale la pena. “He descubierto mi propio poder
para cambiar el mundo y he conectado con algunas personas estupendas.
He visto el lado bueno de todo el mundo. Es maravilloso”. Fruto de su
trabajo, el mes pasado, Katie ganó un Global Action Award que se
entrega a los jóvenes líderes por el grupo de ayuda internacional Mercy
Corps. La tecnología también ha ayudado a formar esta nueva
generación de donantes y empresarios sociales. La web facilita la
comunicación global y la construcción de redes y facilita la donación.
El poder de la Red
Talia
Leman, una adolescente de Iowa, se inició en tareas solidarias después
del huracán Katrina. A los 10 años, empezó un proyecto llamado TLC para
mitigar los efectos de la catástrofe. Escribió una nota en papel de
rayas y lo envió a las cadenas de televisión. En él invitaba a los
niños a que pidieran dinero en Halloween además de golosinas. Con
la ayuda de un adulto amigo suyo creó un sitio web y se puso en
contacto con 4.000 niños de todo Estados Unidos. Consiguieron diez
millones de dólares. La cadena americana ABC señaló que esa cantidad
equivalía a las donaciones realizadas por las cinco mayores compañías
de Estados Unidos. Esta experiencia le llevó a Talia a crear
RandomKid. Una institución que apoya a los niños de todo el mundo a
realizar sus propios proyectos. "Cuando hablo en los colegios, los
niños a menudo vienen y me dicen: ‘Tengo esta gran idea. ¿Cómo puedo
ponerla en práctica?", comenta Talia, que actualmente es consejera
delegada de la fundación. Y que ha trabajado con niños de 20 países. Hace
unos días la fundación celebró una videoconferencia en la que
participaron alumnos de cinco estados junto al empresario surafricano
que ha desarrollado el sistema Playpump, que permite abastecer de agua
potable a las comunidades rurales. Los estudiantes han captado
suficientes fondos para su segunda bomba de agua. Al oír esto, “el
empresario Trevor Field dijo que sabía de una comunidad en Malaui que
necesitaba desesperadamente una, y empezó a moverse inmediatamente.
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