Comunidad Valenciana - El tercer sector, en el punto de mira
Fecha: 19.02.2006 | Fuente: ABC
En la Comunidad trabajan 1.700 entidades de voluntariado. El «boom» de la solidaridad de las últimas décadas esconde bajo el paraguas de ONG tanto a organizaciones de reconocida trayectoria y trabajo impecable como a asociaciones, fundaciones y «empresas» surgidas al amparo del espectacular incremento de subvenciones públicas y privadas, un negocio encubierto en algunos casos
 
TEXTO: LUZ DERQUI ILUSTRACIÓN: ANTONIO TERUEL

VALENCIA. En 1994, la Generalitat destinó 378.000 euros a proyectos de cooperación y desarrollo internacional. Este año, sólo la Conselleria de Cooperación repartirá 30 millones en subvenciones y ayudas, y la de Bienestar Social destinará en 2006, Año del Voluntariado, 1,5 millones a impulsar la participación ciudadana. Si a estas cantidades se suman subvenciones y ayudas de los ayuntamientos y otras entidades, el resultado es un jugoso pastel que podría justificar el incremento de asociaciones y entidades surgidas en los últimos años bajo el paraguas de ONG. Los datos hablan por sí solos. Más de 600.000 personas trabajan en algunas de las 1.700 asociaciones de voluntariado registradas en la Fundación de la Solidaridad y el Voluntariado, que en el último año registraron un incremento del 4 por ciento, aunque sólo 24 están contabilizadas en el registro de la Conselleria de Justicia. A pesar de todo, este aumento no ha ido parejo con el de voluntarios y a día de hoy las ONG necesitan incorporar, sólo en la Comunidad, a 6.000 nuevas personas que les dediquen altruistamente su tiempo.

Complicado entramado

Lejos quedan los tiempos en los que la ayuda a colectivos y zonas necesitadas, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, estaban atendidos únicamente por la Iglesia y alguna organización internacional como Cruz Roja. Desde que la caridad dejó paso al nuevo concepto de solidaridad y ayuda al desarrollo, comenzaron a tomar fuerza las Organizaciones no Gubernamentales, hasta conformar un entramado de entidades en el que conviven organizaciones de reconocido prestigio junto a otras de no tan claros objetivos ni fines tan altruistas. Esta misma semana, Canal 9, en el reportaje «Negocio brut», denunciaba un caso de negocio disfrazado de caridad, donde la ropa usada que dan los ciudadanos terminaba en el mercado ilegal. Otra ONG, la danesa «Fundación pueblo para pueblo», dedicada a los contenedores de ropa y con gran presencia en España, ha sido públicamente denunciada por esconder un lucrativo negocio al vender la ropa, además de ocultar, según las denuncias, a una secta bajo la forma de una escuela de formación por la que tenían que pasar sus voluntarios. Estas y otras situaciones han dañado la imagen de las ONG que no sólo trabajan realizando una labor impecable y necesaria, sino que hace años luchan por aumentar la transparencia y la profesionalización.

Vicente Moros, de Médicos Sin Fronteras, reconoce que existen muchas ONG que aparecen en la Comunidad y al poco desaparecen. Por ello considera que para sobrevivir, «las organizaciones deben adquirir profesionalidad». Además, reivindica la coordinación de los trabajos para que no se dispersen los esfuerzos y ser más efectivos en los logros, así como transparencia en sus cuentas y resultados para ganar credibilidad y respeto social.

El dedo en la llaga lo han puesto algunos estudios que revelaban como prácticamente ninguna ONG prescinde de subvenciones públicas y que una de cada cuatro no hace público cuánto dinero dedica a los gastos de gestión de su estructura. La excesiva dependencia de las arcas públicas no sólo es una constante en la práctica totalidad de las organizaciones, algunas de las cuales obtiene hasta el 99 por ciento de sus fondos vía administración, sino también puede suponer un freno a su autonomía e independencia.

Médicos Sin Fronteras actualmente ha reducido sensiblemente esta línea de financiación en beneficio de las aportaciones de los socios, ya que así «garantizamos el principio de independencia, que es uno de nuestros principios fundacionales. Queremos ser nosotros quienes decidamos dónde trabajar, atendiendo únicamente a criterios sanitarios». En este sentido, señala que la población actúa a golpe de imagen de televisión, cuando existen muchas crisis olvidadas. El caso más reciente fue el del tsunami. «Las donaciones que recibimos fueron brutales y tuvimos que pedir a la gente que nos dejara destinar parte de ese dinero a otras emergencias que eran igual de graves y a las que nadie atendía, y una parte nos lo negó y nos pidió que les devolviéramos el dinero».

Por su parte, para el presidente de Cruz Roja en la Comunidad y ex presidente de la coordinadora estatal de ONG, Fernando del Rosario, la existencia de tantas organizaciones es algo positivo que responde a que «existe mucha conciencia social», aunque reconoce que este «boom» ha podido provocar una situación de descoordinación y será necesario que pase un poco de tiempo para que el mapa del tercer sector se consolide y desaparezcan las ONG menos serias. Así, asegura que cada vez hay mayor calidad y transparencia en el trabajo, aunque reconoce que existe quien se aprovechan de las ayudas o de la solidaridad de la gente. «A veces aparecen pequeñas empresas que, con forma de ONG, lo que hacen es un negocio privado. Recoger ropa para venderla es lícito, pero no lo pueden hacer engañando a la gente diciéndoles que es para ayuda en África».

Salto cualitativo

En cualquier caso, la Comunidad Valenciana demuestra una conciencia superior a la registrada en otras autonomías y está a la cabeza de respuesta ante las demandas, según Del Rosario, quien añade que España ha dado un salto cualitativo en los último años, a partir de la campaña del 0,7. «Aunque entonces no se logró ese objetivo, aquellas movilizaciones ayudaron a que se incrementaran los recursos que se ponen en manos de las ONG», dice.

La Generalitat, por su parte, ha intentado poner en los últimos años un poco de orden en el tercer sector. Primero fue la creación de la Fundación, después la Ley de Cooperación al Desarrollo, que se encuentra en fase de tramitación y que coordinará las ayudas y establecerá los mecanismos para la colaboración, además de regular el modelo valenciano marcando las prioridades sectoriales y geográficas. Además, la Conselleria de Cooperación, con el objetivo de mejorar no sólo la cantidad, sino también la calidad de las ayudas, aprobó en 2004 un Plan Director, del que van surgiendo planes anuales que recogen toda la ayuda, y dejó en manos de una empresa independiente la concesión de las subvenciones para evitar irregularidades.

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