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Foto: www.lacronicadeleon.es | |
A.Torres. Parece un jueves cualquiera de invierno pero no lo es. Parece una
conversación más pero dista mucho de serlo. Parece que dialogan sobre un
tema intrascendente pero nada más lejos de la realidad.
En verdad se trata de una charla entre dos amigos, de Juanjo y de Jesús,
que hablan uno a uno –y demostrando que cada persona es importante– de
los chicos que forman parte de Aspace. El primer interlocutor es Juan
José García Marcos, presidente de Aspace León, y el segundo es Jesús
Pombo, un escultor que ha dado un paso más en el camino de la
solidaridad (aunque en su discreción le cueste reconocerlo).
Todo empezó hace algo menos de un año cuando Pombo “por amistad” con
Juanjo decidió ceder a la Asociación para la Atención de las Personas
Afectadas de Parálisis Cerebral y Encefalopatías Afines (Aspace) un par
de esculturas que tenía en su taller. Tras el acto de presentación algo
se removió en su interior y se convenció de que no era suficiente con
una donación. Él había cedido dos esculturas, sí, pero él no iba a ser
otra ‘estatua’ más.
Transcurrió poco tiempo hasta que se puso manos a la obra. Los jueves
por la mañana tiene una cita indispensable con los usuarios de Aspace.
Son grupos de ocho o nueve chicos que durante hora y media se expresan
con la arcilla. Y ahí está Pombo para moldear con ellos “lo que salga”,
poco importa que se trate de una careta, un cenicero, una vela... o un
“trozo” sin más.
Disfrutan de ese tiempo en común: Pombo como artista que “regala” su
experiencia con la arcilla y los propios chicos, que sólo con la ilusión
que desprenden al decirle “hola” se lo han dicho todo.
Sin que nadie se moleste, Pombo reconoce que Jorge es quizá el más
artista del grupo y Jorge sonríe cuando le preguntas si le gusta
“mancharse” con el barro. A su lado está Casilda que parece saberse
todas las canciones y en la otra mesa se sienta el más veterano del
grupo que es ayudado por una voluntaria para sacar adelante su figura.
Entre las anécdotas que Pombo guarda en la memoria, recuerda cómo una de
las usuarias le dejó sin palabras cuando le preguntó: “¿Por qué no me
adoptas?”. Desconoce el motivo pero se quedó sin respuesta, aunque sí
sabe que estos chicos le han hecho ‘pringarse’ de solidaridad y han
traspasado ese carácter algo rudo que, dice, puede tener (en un
principio).
Los jóvenes le piden que guarde todas sus obras y quizá algún día podrá
hacerse una exposición, sin más pretensiones que cumplir un sueño de los
‘artistas’ de Aspace. Pombo tendrá que abandonar temporalmente estas
clases (que continuarán asumiendo sin problemas una técnico y una
voluntaria) pero antes diseñará una vela cuyo molde copiarán los chicos
para venderlas.
Esta nueva iniciativa es una colaboración con la ONG Sed que han
propuesto a los chicos de Aspace elaborar unas 300 velas a partir de un
modelo que diseñará Pombo para que ellos puedan pasar a cera y colocar
el pábilo.
Y atento a todo está el presidente de Aspace que vive por y para esta
asociación. Lo demuestra hasta en el más mínimo detalle, admite estar
‘enganchado’ a estos chicos y recuerda cómo entró en Aspace por una
nieta y ahora se considera ‘abuelo’ de los 80 usuarios.
Sabe que el complejo de San Feliz de Torío está “infrautilizado” y,
lejos de reclamar dinero, solicita programas ocupacionales. Es el
‘guante’ que lanza a instituciones y empresas para que se suban al andén
de la solidaridad. Un andén que para justo enfrente del centro de
Aspace y que está deseando recibir pasajeros cargados de solidaridad.
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